En un artículo titulado “Don’t edit the human germ line” (No editen la línea germinal humana) publicado el 12 de marzo de 2015 en la Revista Nature, los científicos Edward Lanphier, Fyodor Urnov, Sarah Ehlen Haecker, Michael Werner y Joanna Smolenski reclaman una moratoria en las novedosas técnicas que permiten editar las características genéticas de los embriones (Nature 519, 410–411 (26 March 2015) doi:10.1038/519410ª).
Para los autores, las modificaciones del genoma humano que se transmiten hereditariamente poseen serios riesgos y los beneficios son tenues.
El artículo es firmado por uno de los primeros desarrolladores de una técnica de edición genética y por integrantes de la Alianza para la Medicina Regenerativa (Alliance for Regenerative Medicine ARM), una organización internacional que representa a más de 200 empresas, instituciones de investigación y sin fines de lucro, grupos de pacientes e inversores.
Hasta ahora, las técnicas se han focalizado en modificar el material genético de células adultas, como las células T, y sin afectar óvulos o espermatozoides.
En el texto, se sostiene que la edición genética de embriones humanos puede tener efectos impredecibles para las futuras generaciones, y por eso es peligroso y éticamente inaceptable. Además, los autores denuncian que esas investigaciones se pueden explotar para modificaciones genéticas no-terapéuticas. Por eso, consideran que los científicos tienen que acordar no modificar el ADN de células reproductivas y si alguna vez surge un caso que pueda modificar esta postura se debatirá el curso de acción.
La novedad de la técnica CRISPR/Cas9: Los autores constatan que con la técnica denominada CRISPR/Cas9 se ha expandido dramáticamente la investigación sobre edición genética humana. “Esta técnica consiste en un sistema derivado de una bacteria que usa moléculas de ARN que reconocen secuencias específicas de ADN humano. El ARN actúa como guía, haciendo coincidir la nucleasa con las locaciones correspondientes en el genoma humano. CRISPR/Cas9 es la más simple herramienta de edición genética porque se basa en emparejamiento de ARN y ADN, en lugar de la ingeniería de proteínas que enlazan secuencias particulares de ADN.
Los autores cuestionan que será muy difícil controlar exactamente cuántas células son modificadas y que incrementar la dosis de nucleasa usada para mejorar las chances de modificar el gen mutado, puede también aumentar el riesgo de cambios en otros lugares del genoma.
Si la nucleasa no corta ambas copias del gen buscado o si la célula se divide antes de las correcciones, se puede formar un “mosaico genético”. Además, los efectos precisos de la modificación genética serían casi imposibles de conocer hasta luego del nacimiento o incluso por años.
Según los autores, legalmente hay alrededor de 40 países en el mundo que prohíben o desalientan esta técnica. Vale recordar que Argentina ha prohibido esta técnica en el artículo 57 del nuevo Código Civil y Comercial. En Estados Unidos, si bien no está oficialmente prohibida la edición genética de la línea germinal, el Comité Asesor sobre el ADN Recombinante de los Institutos Nacionales de Salud (US National Institutes of Health’s Recombinant DNA Advisory Committee) explícitamente declara que no va a considerar por el momento propuestas para alterar la línea germinal (go.nature.com/mgscb2).
Los autores formulan otras propuestas y consideraciones, sobre todo en orden al diálogo entre los científicos.
Una opinión final:
Por nuestra parte, destacamos que científicos que realizan edición genética humana, llamen la atención sobre los serios riesgos de la modificación genética de gametos o embriones y la posibilidad de diseñar genéticamente a los seres humanos.
Dos grandes argumentos convergen: por un lado, el principio de precaución. Por el otro, la necesidad de no caer en formas de eugenesia.
Esta llamada de atención esperamos que también se dirija hacia todas las formas de manipulación de gametos y embriones que someten a la transmisión de la vida humana a una lógica del control y descarte. La vida humana tiene tanto valor que no puede quedar reducida a mero material biológico disponible. Necesitamos reconocer la intrínseca dignidad de cada ser humano desde su concepción.
Informe de Jorge Nicolás Lafferriere