El uso de los recursos sanitarios disponibles, históricamente, ha estado asociado al principio bioético de justicia y al derecho a la asistencia sanitaria, que es actualmente reconocido por las sociedades a nivel global.
La pandemia declarada por la OMS tras la circulación masiva del COVID-19 no solo puso en evidencia que los sistemas de salud del mundo se encuentran en crisis y con pocas condiciones para afrontarla, sino que también ha obligado a los profesionales a elegir a quien dar lo poco que hay[1].
Esta situación cuestiona los “principios de equidad, solidaridad y subsidiariedad, (…), por los cuales toda persona debe poder acceder a los cuidados de salud, particularmente los grupos más vulnerables”[2], como lo son los adultos mayores y las personas con discapacidad.
En este contexto, la Asociación Española de Bioética (AEBI), emitió el pasado 22 de Marzo de 2020, un comunicado en el que establece una serie de principios éticos para la atención sanitaria. Estos son: “el principio de respeto y promoción de toda vida humana que implica que nadie debe ser discriminado por su edad o enfermedad ya que todos merecen atención y cuidado”, el principio “terapéutico de proporcionalidad en las intervenciones sanitarias” y el principio de justicia en el “uso de los recursos sanitarios disponibles”[3].
Así, dichos principios sirven de fundamento para establecer diversas acciones, entre las que se enumeran, -en relación a la temática que nos ocupa-, las siguientes:
- El uso de los recursos sanitarios limitados en función de la gravedad de los pacientes, su pronóstico y evaluación de acuerdo con su estado de salud y la evidencia médica, evitando el abandono, la futilidad terapéutica y cualquier forma de discriminación[4].
- Evitar la utilización en forma aislada o principal el criterio de la edad para definir el acceso de los pacientes a los recursos sanitarios disponibles[5].
- Actuar, sólo frente al colapso asistencial extremo, con criterios que hagan primar el bien común por sobre el bien individual de los pacientes[6].
- Valorar otras alternativas como la derivación o el traslado de pacientes de otras instituciones sanitarias y la oportunidad o no de las voluntades anticipadas que estos pudieran haber expresado[7].
- Evaluar la aplicación de medidas que descarguen el sistema de atención sanitaria, sin dejar de brindar la habitual atención, para tener más recursos a la hora de atender a los pacientes que presenten Covid-19[8].
- Planificar con anticipación acciones, por parte de los profesionales de la salud, en aquellos lugares donde la pandemia no ha alcanzado alta circulación viral[9].
En definitiva, este documento constituye un valioso aporte, ya que ante el conocimiento que los recursos en salud son escasos y que – lamentablemente- pueden no llegar a alcanzar para todos, cobra vigencia la máxima cuando no se puede curar, acompañar y cuidar siempre a través de herramientas humanas y eficaces prudentemente discernidas.
Informe de Elisabet A. Vidal
[1] Cfr. De JANON QUEVEDO, Lenín, Todavía estamos a tiempo, 30/03/20, disponible en http://wadmin.edu.ar/public/ckeditor/Bioetica/2020/COVID%2019/COVID-19.%20A%C3%BAn%20estamos%20a%20tiempo.pdf
[2] Cfr. De JANON QUEVEDO, Lenín, Todavía estamos a tiempo, cit.
[3] AEBI, Consideraciones bioéticas ante el Covid-19, http://aebioetica.org/consideraciones-bioetica-ante-el-covid-19-de-aebi-consideraciones.pdf
[4] Cfr. AEBI, Consideraciones bioéticas ante el Covid-19, cit., nro . 3.
[5] Cfr. AEBI, Consideraciones bioéticas ante el Covid-19, cit., nro. 3.
[6] Cfr. AEBI, Consideraciones bioéticas ante el Covid-19, cit., nro. 3.
[7] Cfr. AEBI, Consideraciones bioéticas ante el Covid-19, cit., nro. 3.
[8] Cfr. AEBI, Consideraciones bioéticas ante el Covid-19, cit., nro. 4.
[9] Cfr. AEBI, Consideraciones bioéticas ante el Covid-19, cit., neo. 4.