Reflexiones a partir del discurso del Papa Francisco dirigido al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede.
El pasado 8 de enero de 2024 el Papa Francisco pronunció un discurso ante los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede[1] en el que abordó cuestiones de relevancia en el plano de la reflexión bio-ética.
A continuación aspira a repasarse sucintamente las reflexiones que el pontífice dirigió a los delegados de la comunidad internacional en un contexto convulsionado por conflictos bélicos, amenazas a los derechos humanos de antigua data y otras más modernas asociadas al vertiginoso desarrollo tecnológico contemporáneo.
Centralidad de la persona humana
Considerando el contexto en el que tales reflexiones fueron compartidas, luce razonable la opción terminológica utilizada para enmarcarlas, consistente con el dado en llamar “corpus vitae”[2] y de ese modo, alineado con la tradición y la doctrina en materia de derechos humanos y con el lenguaje del sistema internacional de derechos humanos.
En este sentido, la puesta en valor de la “dignidad intrínseca de cada persona”, así como la “fraternidad que nos une como miembros de la única familia humana” permite miradas superadoras de las tensiones que en todo el planeta se ponen de manifiesto entre institutos jurídicos centrados en el imperativo tecnocrático y aquellos que se reconocen como exigencias de justicia y bien común.
La centralidad de la persona humana, que implica tanto la faceta individual como la colectiva, permite evitar los caminos extremos del individualismo y del colectivismo, al turno que posibilita dar cauce a los conflictos que aparecen en sociedades en las que la vida y relaciones humanas son planteadas exclusivamente como fruto del consenso y no como el resultado del reconocimiento de una naturaleza inherente a la condición humana.
La persona en la “comunidad humana”
Surge del discurso comentado un énfasis que también resulta de suma importancia en los debates suscitados a partir de las tecnologías emergentes y convergentes en el ámbito de la Bioética.
“Es esencial que el desarrollo tecnológico se lleve a cabo de manera ética y responsable, preservando la centralidad de la persona humana, cuya contribución no puede ser ni será nunca sustituida por un algoritmo o una máquina. «La dignidad intrínseca de cada persona y la fraternidad que nos une como miembros de la única familia humana deben sustentar el desarrollo de las nuevas tecnologías y servir de criterios incuestionables para evaluarlas antes de su uso, de modo que el progreso digital pueda tener lugar respetando la justicia y contribuyendo a la causa de la paz»”.
El necesario abordaje ético que debe acompañar al fenómeno de explosión tecnológica al que asiste esta generación se presenta como un imperativo ineludible, al menos como condición para que los desarrollos tecnológicos contribuyan al establecimiento de la paz y de relaciones de justicia.
“Se impone, pues, una atenta reflexión a todos los niveles, nacional e internacional, político y social, para que el desarrollo de la inteligencia artificial permanezca al servicio del hombre, fomentando y no obstaculizando —sobre todo en los jóvenes— las relaciones interpersonales, un sano espíritu de fraternidad y un pensamiento crítico capaz de discernimiento”.
La reflexión y eventual regulación ético-jurídica de las nuevas tecnologías es, en rigor de verdad, un medio propuesto para el rescate de “lo humano ante la paradoja del progreso”[3]. Al respecto, se ha sostenido oportunamente que el debilitamiento de la sensibilidad respecto de la dimensión comunitaria, las numerosas expresiones de violencia y hostilidad en las relaciones humanas se suman a la descripción de un fenómeno creciente de escala global, contexto en el que la condición humana tanto a nivel individual como social se ve degradada por la lógica del mercado y la ideología del consumo[4].
En efecto, la sociedad tecnocrática –fruto de desarrollos biotecnológicos extraordinarios y de un contexto en el que se concibe a la humanidad como material desechable- gana terreno en todo el planeta e impacta en nuestras vidas movilizando los fundamentos mismos sobre los que se asientan nuestras relaciones sociales, favoreciendo la erosión de los vínculos familiares y la descomposición del tejido social.
Por nuestra parte, advertimos que el escenario internacional descripto y los sesgos ideológicos que lo sustentan parecen dar lugar a expresiones de individualismo radical o, en el extremo opuesto, de propuestas colectivistas que diluyen al individuo en un todo impersonal. En ambos casos, se consolida una hostilidad sin precedentes contra todos, hombres, mujeres, niños y ancianos, razón por la cual luce conveniente reflexionar en torno al valor de la persona humana, individual y comunitaria.
Prohibición de la maternidad subrogada
Otro tópico de relevancia abordado en el discurso conlleva una contundente confirmación de la posición respecto de la maternidad subrogada y del valor de la vida humana durante las fases iniciales de su desarrollo.
“El camino hacia la paz exige el respeto de la vida, de toda vida humana, empezando por la del niño no nacido en el seno materno, que no puede ser suprimida ni convertirse en un producto comercial. En este sentido, considero deplorable la práctica de la llamada maternidad subrogada, que ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño; y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre. Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato. Por ello, hago un llamamiento para que la Comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica. En cada momento de su existencia, la vida humana debe ser preservada y tutelada, aunque constato, con pesar, especialmente en Occidente, la persistente difusión de una cultura de la muerte que, en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, los ancianos y los enfermos”.
El llamado a la prohibición global de la maternidad subrogada y al respeto uniforme de la dignidad de la mujer y del niño resulta consistente con los principios de universalidad, igualdad y no discriminación que rigen en materia de derechos humanos, en especial en relación con el derecho a la vida, la integridad física y la identidad.
La cuestión de género
Por otro lado, recordando que para alcanzar la paz en la comunidad internacional es menester el respeto de los derechos humanos, “(…) según la sencilla pero clara formulación contenida en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (…)”, se introduce la teoría de género como una cuestión “extremadamente peligrosa”.
“Desgraciadamente, los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables, han dado lugar a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos. Tales colonizaciones ideológicas provocan heridas y divisiones entre los Estados, en lugar de favorecer la construcción de la paz”[5].
Se deduce que se opone a los derechos humanos -entendidos como “principios racionalmente evidentes y comúnmente aceptados”[6]– a las pretensiones basadas en la denominada “perspectiva de género”. Ésta, a su vez, presentada como una colonización ideológica, término que había sido otrora desarrollado destacando que con apariencia de veracidad introduce “«novedades» malas, hasta llegar a considerar normal «matar a niños» o perpetra[r] «genocidios» para «anular las diferencias», tratando de hacer «limpieza» de Dios con la idea de ser «modernos» y al compás de los tiempos”[7].
La posición comentada no es novedosa y en el escenario actual refleja una actitud de diálogo con la cultura contemporánea, en el sentido de ofrecer una alternativa con profunda fundamentación filosófica que en efecto satisfaga las exigencias de bien común que se deducen de la naturaleza humana, planteando una clara oposición a los enfoques que la identifican a un mero constructo social y que libran, por tanto, el goce de los derechos humanos al resultado aritmético de la suma de voluntades.
Dar testimonio para contribuir al bien común
Cada uno de los temas muy sucintamente abordados en este comentario exige para un análisis completo un desarrollo que implique más extensas y complejas aristas que se han obviado conscientemente. Ello, en orden a presentar algunas reflexiones que -aunque limitadas- permiten pensar estrategias más eficaces para producir los cambios que deseamos para nuestras sociedades.
Es menester poner de relieve la invitación de Francisco al diálogo político y social para una “convivencia civil en una comunidad política moderna” y para “contribuir a la construcción del bien común”, así como la necesidad de reflexionar en torno al “uso ético de las nuevas tecnologías”.
Para lograr un diálogo real y efectivo ha de destacarse la necesidad de dar testimonio, tanto en el rigor lógico de nuestros argumentos como en el compromiso y el trabajo concreto por los bienes que proponemos. El testimonio puede ser un antídoto en tiempos de confusión y colonizaciones culturales y espirituales.
Informe de Leonardo Pucheta
[1] Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para la presentación de las felicitaciones de nuevo año. Disponible en línea en https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2024/january/documents/20240108-corpo-diplomatico.html [Último acceso el 09/01/2024].
[2] Así se ha denominado al conjunto de documentos del Magisterio de la Iglesia que, integrados en un cuerpo unificado y coherente, refieren al objeto de estudio de la Bioética.
[3] Humana communitas. Carta del Santo Padre Francisco
al presidente de la Pontificia Academia para la Vida
con ocasión del XXV aniversario de su institución. Disponible en línea en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2019/documents/papa-francesco_20190106_lettera-accademia-vita.html
[4] Humana Communitas. Op. Cit.
[5] Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para la presentación de las felicitaciones de nuevo año. Op. Cit.
[6] Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede para la presentación de las felicitaciones de nuevo año. Op. Cit.
[7] L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 47, viernes 24 de noviembre de 2017. Disponible en línea en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2017/documents/papa-francesco-cotidie_20171121_colonizacion-ideologica.html [Último acceso el 09/01/2024].