Una mirada a la era tecnológica
Asistimos a un aumento exponencial de soluciones tecnológicas que día a día se superan corriendo las fronteras entre lo imposible y lo posible. Los notables avances en el ámbito de la inteligencia artificial (IA), de la robótica y de las neurociencias, entre otras, generan mucho entusiasmo por sus crecientes aplicaciones en diferentes procesos y actividades, al turno que despiertan dudas respecto de su licitud en términos éticos y jurídicos.
Sea por vasto o por circunstancias de hecho que abordaremos a continuación, el fenómeno de explosión tecnológica referido exige para una correcta ponderación un análisis pormenorizado de cada herramienta concreta, con consideración del contexto, las normas y los principios que en cada caso resulten aplicables. Se trata, en definitiva, de contemplar objeto, fin y circunstancias en cada caso concreto.
La propuesta es evitar el facilismo reduccionista del tecno-optimismo, que sólo destaca los méritos de las tecnologías emergentes o cede rendido ante la aparente inevitabilidad de la sociedad 4.0., y del tecno-pesimismo, que opone una lucha sin tregua y sin excepción ante cualquier innovación, asociada irrestrictamente a una tecnocracia asfixiante y apocalíptica.
En ambas posiciones, no obstante, hay algo de cierto. En efecto la rápida evolución tecnológica caracteriza nuestra era y gran parte de nuestras dinámicas personales y sociales se encuentran hoy cruzadas por herramientas digitales. También es cierto que esas herramientas deben ser escrutadas a la luz de las exigencias de justicia y bien común que han de signar las relaciones de la persona con su cuerpo y su mente, las relaciones interpersonales, las relaciones entre las generaciones presentes y futuras, y las relaciones de las personas con las cosas y el entorno.
No parece lógico afirmar sin excepción que todo lo que la tecnología ofrece es positivo para el individuo y la sociedad. Tampoco lo es que todo lo que aquella ofrezca sea nocivo. En algún lugar entre ambos extremos, como es habitual, luce una posición razonable que hemos de discernir constantemente. Es, quizás, la exigencia ética específica de nuestra época, la consigna que define nuestro ethos contemporáneo.
Tecnologías emergentes y convergentes en un mundo desigual
Desde hace décadas y de modo muy pronunciado en los últimos años, el tópico de la revolución tecnológica, la IA, el internet de las cosas, los drones, la robótica, el Big Data -entre otras- parece ocupar un lugar protagónico en el discurso público. Sin embargo, una porción importante de la población mundial sigue preocupada por cuestiones más elementales, en general vinculadas a su supervivencia.
Lo dicho no se pone de manifiesto para evitar el abordaje de las importantes cuestiones asociadas a las tecnologías relatadas, sino para dimensionarlas en un contexto social bien plural. Donde las innovaciones son susceptibles de implementación real, desde ya, las discusiones en torno a su licitud son necesarias y urgentes, pues los riesgos en materia de confidencialidad, privacidad, consentimiento o autonomía, por ejemplo, son concretos. Donde falte el agua potable o el acceso a medios elementales de subsistencia, donde operen contextos bélicos o de alto nivel de conflictividad social, en cambio, algunos de los debates referidos no lucen a priori prioritarios.
Ello no significa que determinadas herramientas tecnológicas no puedan ser aplicadas para resolver y mitigar estas contingencias, ni que al hacerlo deban satisfacer determinados estándares, sino que ante la inminencia de la pérdida de la vida o del compromiso del bienestar más elemental, la satisfacción de ciertas solemnidades jurídicas parece distante a la realidad. La desconexión no existe en la sustancia, sino en la oportunidad para su tratamiento.
En el plano de la reflexión bioética podría decirse que la atención al agudo en el ámbito clínico, para salvar la vida del paciente -por ejemplo- justifica incluso la pérdida de un miembro u órgano como medio para salvar el organismo[1], tal como se deduce del principio de totalidad o terapéutico postulado por el personalismo ontológicamente fundado. Pensamos, por analogía, que, así como en el intento por preservar la vida de una persona (en consonancia con el principio de defensa de la vida física) podrían tolerarse la desatención de cuidados de otro modo exigibles.
Demás está decir que no pretenden justificarse atropellos a la dignidad y los derechos de las personas como regla, ni plantear excepciones genéricas, sino considerar que ante la inmediatez de un daño drástico posible, teorizar en torno al contenido de un consentimiento o del modo en que se almacenan en la nube los datos obtenidos por dispositivos tecnológicos puede resultar inoportuno.
Estas reflexiones, como se sostuvo, tienden a contextualizar las discusiones actuales, tanto por su complejidad intrínseca como por la diversidad de situaciones en las que las soluciones tecnológicas teóricas podrían encarnarse.
Superar condicionamientos
Tal como enseña Paolo Benanti, teólogo y filósofo franciscano, miembro del Comité de Expertos de la ONU sobre Inteligencia Artificial y de la Pontificia Academia Pro Vita, hasta no hace mucho el nudo a resolver se encontraba especialmente en la “integración vertical” de “tecnologías avanzadas como el Internet de las Cosas y las Smart Grids (…) para promover una mayor coordinación y escalabilidad mediante el uso de tecnologías avanzadas para infraestructuras como el agua, la electricidad y las telecomunicaciones” [La traducción nos pertenece][2]. Pero hoy en día, sostiene el autor, “la fusión parece ser deseada no para una optimización de los recursos, sino en nombre de la dependencia de las infraestructuras más tecnológicas de las infraestructuras anteriores”[3].
Explica el autor que para un despliegue de la IA de modo uniforme y para la escalabilidad de los servicios basados en IA es necesaria una infraestructura de redes de telecomunicaciones de alto rendimiento, grandes cantidades de energía y de refrigeración de los centros de almacenamiento de datos (fundamentalmente agua). En este marco, los desafíos éticos más importantes y urgentes parecieran estar estrechamente vinculados a la distribución equitativa de los recursos naturales y de recursos funcionales básicos, como la energía y la conectividad.
En orden a evitar la amplificación de las desigualdades existentes y a socializar uniformemente los méritos de la innovación tecnológica debe propenderse a la superación de los condicionamientos de infraestructura destacados y la distribución equitativa de los recursos. Compartimos que “el modo en el que seamos capaces de modular y gestionar las inversiones en centros de datos facilitará o dificultará la cohesión social y un desarrollo justo y sostenible” [La traducción nos pertenece][4].
Ni pesimistas ni optimistas, prudentes.
A través de estas breves líneas procuraron resaltarse matices que han de considerarse para la evaluación de tecnologías desde una perspectiva ética que aspire a trascender la superficialidad. Como se sostuvo, no luce apropiado definirse apriorísticamente dando un beneplácito ni una condena genéricos. Es necesario adentrarse en la complejidad de cada herramienta, de su contexto y de las demás circunstancias que permitan evaluar su pertinencia.
En este escenario, el ejercicio de la virtud de la prudencia es una predisposición necesaria para la regulación de las nuevas tecnologías, para la resolución de casos concretos en el plano judicial y en el analítico, para una ponderación que evite extremos viciosos en favor de una posición intermedia que permita el equilibrio entre las utilidades ofrecidas por las nuevas tecnologías y el respeto de las exigencias de derecho natural.
Una valoración prudente de aquellas permitirá, eventualmente, profundizar el camino de la innovación al servicio de la comunidad humana.
Nota de Leonardo Pucheta
[1] MEDINA PENA, Rolando; CORONEL NUNEZ, Guido Estuardo; GALLO GONZALEZ, Maigre y PALMERO URQUIZA, Diana Elisa. Principios terapéutico y de subsidiariedad. Un acercamiento al carácter humanizador de la Sociedad Ecuatoriana de Bioética. Medisur [online]. 2019, vol.17, n.5 [citado 2024-11-13], pp. 615-621 . Disponible en: <http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1727-897X2019000500615&lng=es&nrm=iso>. Epub 02-Oct-2019. ISSN 1727-897X.
[2] Paolo Benanti. Etica Di Frontiera. Data Center, la difficile convivenza tra equilibrio energetico e giustizia sociale. Il Sole, 16/10/2024.
[3] Paolo Benanti. Op. Cit.
[4] Paolo Benanti. Op. Cit.