Un tema que se debate acaloradamente es si la práctica de un aborto acarrea a la mujer algún efecto psicológico. Se ha hablado frecuentemente del síndrome post aborto, y múltiples trabajos se han escrito sobre la cuestión.
Semanas atrás, el British Journal of Psychiatry publicó un interesante estudio de la Dra. Priscilla K. Coleman al respecto (1). Se trata de un meta-análisis, a través del cual se pasa revista a las principales investigaciones realizadas sobre el tópico en el período que va desde el año 1995 hasta el año 2009.
Los resultados de esta revisión publicada por el British Journal of Psichiatry indican consistentemente “que el aborto está asociado con un incremento de riesgo de problemas psicológicos subsiguientes al procedimiento entre moderado y alto. La magnitud de los efectos derivados varían según el grupo de comparación (no aborto, embarazos no deseados llevados a término, embarazos llevados a término). En general, los resultados revelaron que las mujeres que padecieron un aborto experimentaron un riesgo de padecer problemas de salud mental de diverso tipo 81% más elevado comparado con mujeres que no padecieron un aborto. Alrededor del 10% de la incidencia de los problemas de salud mental apareció como directamente atribuible al aborto. Los efectos más fuertes se observaron cuando las mujeres que ya se habían practicado un aborto fueron comparadas con las mujeres que han llevado el embarazo a término, y cuando los resultados medidos se refieren a la utilización de sustancias y a los comportamientos suicidas”.
El trabajo de la Dra. Coleman incluyó, según sus propias palabras, una revisión de “estudios identificados por medio de las bases de datos de Medline y PsycINFO, siempre y cuando siguieran el siguiente criterio: una muestra de 100 o más participantes; utilización de un grupo de comparación (no aborto, embarazo llevado a término o embarazo no deseado llevado a término); un resultado o más vinculado a variables de salud mental (depresión, ansiedad, consumo de alcohol, consumo de marihuana o comportamientos suicidas); control de terceras variables; utilización de variables probabilísticas para expresar los efectos observados (…) publicaciones en inglés en revistas indexadas entre 1995 y 2009”. “La muestra consistió en 22 estudios indexados (15 de Estados Unidos y 7 de otros países); comprendiendo 36 mediciones de efectos (9 consumo de alcohol, 5 de marihuana, 7 ansiedad, 11 depresión, 4 comportamientos suicidas) y un total de 877.181 mujeres participantes, de las cuales 163.831 habían experimentado un aborto”.
La novedad de este meta-análisis está también dada por la rigurosa selección metodológica de los estudios que le sirvieron de base. Este hecho favorece la incorporación de standards de evaluación científicamente basados, ya que “el meta-análisis ofrece una alternativa lógica y más objetiva para revisiones cualitativas cuando el área de estudio está atravesada por controversias políticas”, como en este caso. Además, y a diferencia de los últimos trabajos, el estudio de Coleman incluye entre los grupos de comparación casos de embarazos no deseados llevados igualmente a término.
(1) British Journal of Psychiatry; Abortion and mental health: quantitative synthesis and análisis of research published 1995 -2009″; Priscilla K. Coleman; BJP 2011, 199:180-186
Por Lic. Inés Franck