El 28 de septiembre de 2024 el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede, intervino ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 79º sesión en Nueva York, Estados Unidos. En su mensaje, el cardenal se refirió a la necesidad de mirar el futuro que queremos dejar a las nuevas generaciones y, en ese marco, denunció la difusión de una “cultura de la muerte”.
En primer lugar, se refirió a la protección de la vida de la persona por nacer. Ello lo hizo en un marco específico: la pobreza. En efecto, el cardenal señaló que hay que comenzar a actuar ahora para cuidar a los que pueden fácilmente quedar relegados y que necesitan una nueva esperanza. Para la Santa Sede, “la pobreza tiene un impacto particularmente perjudicial en las mujeres, atrapándolas a menudo en un círculo vicioso de circunstancias desafortunadas, que resulta en aislamiento y abandono antes de que se vean obligadas a tomar decisiones desesperadas e indeseables”.
Por ello, remarcó Parolin, “la vida del ser humano debe ser protegida desde el momento de la concepción hasta el de la muerte natural. La falta de esto es una de las mayores pobrezas de nuestra era. Como dice el Papa Francisco, “el camino hacia la paz exige respeto por la vida, por toda vida humana, comenzando con la vida del niño no nacido en el vientre de la madre, que no puede ser suprimida ni convertida en objeto de tráfico.”
El cardenal también criticó la práctica de la llamada maternidad subrogada a la que consideró como “deplorable”, “ya que representa una grave violación de la dignidad tanto de la mujer como del niño, basada en la explotación de la situación de necesidad material de la madre. Un niño siempre es un don y nunca la base de un contrato comercial. En consecuencia, la Santa Sede espera un esfuerzo de la comunidad internacional para prohibir esta práctica universalmente”.
En su mensaje, el cardenal también se refirió a la igual dignidad de varones y mujeres y la importancia de la familia: “para promover la igualdad de dignidad de la mujer con respecto al hombre y protegerlas de cualquier práctica opresiva, es de suma importancia preservar todos aquellos valores tradicionales que resaltan la belleza de su ser mujeres, que florece en la maternidad, en la reciprocidad mutua en la vida familiar, así como en su libre e igualitaria participación en la vida social, económica y política”.
Para el cardenal, “la esperanza de un futuro mejor radica en “trabajar por un futuro lleno de la risa de bebés y niños, para llenar las cunas vacías en tantas partes de nuestro mundo,” y recuperar la alegría de vivir”.
El mensaje tuvo ocasión de referirse a la necesidad de “brindar una mejor calidad de vida a los enfermos”. Recordó sus palabras en una “Reunión de Alto Nivel sobre la Resistencia a los Antimicrobianos” en el sentido de “promover las políticas y los recursos necesarios para el derecho fundamental de cada persona a una atención sanitaria básica y decente.” Por eso, pidió que se preste “especial atención a los ancianos y a aquellos afectados por enfermedades o discapacidades que restrinjan su independencia y libertad personal. La vida humana debe ser protegida y defendida en cada momento de su existencia”.
Finalizó este pasaje de su mensaje expresando preocupación porque, “particularmente en Occidente, haya una continua propagación de una cultura de la muerte, que, en nombre de una falsa compasión, descarta a los niños, los ancianos y los enfermos”.
Fuente: https://holyseemission.org/contents//statements/66f815011fba1.php