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Deciden tener un hijo y luego demandan al obstétra debido a la discapacidad del niño

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La historia es absurda: una mujer y un hombre decidieron tener un hijo. Y nueve meses después de haber logrado el embarazo, ya con el niño nacido, demandaron al obstetra que los acompañó durante todo ese período porque el bebé fue dado a luz sin brazos y con una sola pierna. Se trató, según ellos, de un “nacimiento injusto” ya que el médico debió haber detectado con un diagnóstico prenatal la discapacidad física y, luego, sugerir el aborto del feto. Los padres querían un hijo, pero a la medida de sus expectativas.

Esta situación ocurrió en 2008 en Palm Beach, en el estado de Florida de EE.UU., cuando Ana Mejía y Rodolfo Santana le hicieron juicio a la Dra. Marie Morel y a la compañía médica de Palm Beach Gardens por 9 millones de dólares tras no detectar durante el embarazo la discapacidad de su hijo Bryan, quien hoy, según publicó en una nota el sitio LifeNews.com, es “un niño feliz de tres años de edad”. La demanda -que tuvo recientemente eco en el Tribunal actuanteque decidió una indemnización por U$S 4.500.000- se basó en el reclamo del pago de una suma compensatoria por el dolor y sufrimiento de los padres. Y que para su abogado, Robert Bergin, pudo evitarse mediante un aborto.

Esta resolución judicial de primera instancia, tal como informó LifeNews.com, será apelada por el abogado Mark Rosen, quien representa a la Dra. Morel y a Palm Beach Gardens. En tanto, el letrado de los padres del chico, declaró que “lo único que les ayudará a compensar su angustia mental es saber que el plan de vida de Bryan es financiado en su totalidad”. Y se mostró satisfecho por la decisión del Tribunal que sostuvo que la obstetra fue responsable en un 85 % en no haber diagnosticado la discapacidad física del niño, mientras que los técnicos de ultrasonidos de la clínica resultaron serlo en un 15 por ciento debido a que no tomaron las “pruebas adecuadas”.

El caso de Bryan, que en los Estados Unidos ya generó un encendido debate entre los grupos pro-vida y los abortistas, pone bajo la lupa la conducta de los médicos, quienes ante las presiones, pueden violar su juramento hipocrático “de absoluto respeto por la vida humana, desde su concepción”. Y, en ese sentido, se expresó uno de los voceros de Christian Concern: “Se perpetúa el mito de que la vida no vale la pena si se tiene una discapacidad e indica una visión escalofriantemente utilitarista de la persona”, y agregó. “Los niños no son mercancías y no podemos disponer de ellos cuando no cumplen con nuestras expectativas, ya sea en la apariencia o la capacidad. Esta visión salva vidas y evita el tratamiento cruel y bárbaro de los bebés nacidos o por nacer con discapacidad”.

En tanto, Marc Sherman, uno de los directores de un reconocido centro de accesibilidad para una vida independiente de las personas con discapacidad y quien es cuadripléjico, tuvo una enérgica reacción tras conocer el fallo: “La discapacidad es una parte natural de la vida. Una persona con una discapacidad tiene tanto valor y tanta importancia como cualquier otra persona. No importa qué tipo de discapacidad tenga, tiene el mismo valor e importancia. Ella debe elegir la forma en que quiere vivir”. Y sobre este punto, precisamente, se manifiesta con claridad la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU en su artículo 19.

Para conocer cómo termina el caso Bryan habrá que esperar qué sucede con la apelación. Pero, en el medio, este chico de tres años demanda algo natural en todo hijo y que no sabe de esperas: el amor de sus padres.

Por Pedro Crespi

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