La propuesta del dictamen del bloque oficialista para el nuevo Código Civil en Argentina que señala que comienza la existencia de la persona con la concepción despertó una gran polémica. La reacción no tardó en llegar desde los grupos que realizan negocios biotecnológicos con la vida humana: para ellos, es inadmisible que llamemos “persona” a ese organismo que surge en las primeras horas desde la fecundación y hasta la implantación. Ello impediría –afirman- que sea manipulado, seleccionado y descartado y que se realicen las mismas técnicas extracorpóreas de fecundación artificial.
En realidad, si miramos la cuestión con atención y teniendo en cuenta los debates que ocurren en otros lugares del mundo, podemos decir que lejos está el escenario que se planteaba en los años 80 cuando se discutía si era admisible o no la realización de las técnicas de fecundación artificial para casos de infertilidad debidamente comprobados y como último recurso. Hoy, 30 años despúes, ya no se debate esa aplicación de las técnicas a los casos de infertilidad, sino que las técnicas se han expandido de tal forma que hoy no sólo se aplican en función del simple “deseo reproductivo”, sino que se ha despertado una verdadera codicia por los embriones humanos, apetecidos por su extraordinario y único potencial vital.
Patentes biotecnológicas: En efecto, hoy el mundo debate si es legítimo patentar invenciones que impliquen destruir embriones humanos. Estados Unidos, desde su liberalismo radical, lo admite, mientras que en Europa se ha levantado el Tribunal Superior de Justicia para poner un límite a tal explotación de la vida, con fundamento en la dignidad humana, y por un pedido expreso de Greenpeace (Caso Brüstle, octubre de 2011). También se codician los embriones para destruirlos y utilizar sus células con fines de experimentación, o con fines industriales o comerciales.
Selección de la descendencia: Otra razón por la cual los embriones son codiciados es por la posibilidad de seleccionar genética o morfológicamente las características de la descendencia. Así, se expanden en el mundo los estudios “preimplantatorios” que permiten hacer una selección en dos direcciones: eliminando a los no deseados o bien eligiendo a los que reúnen las características buscadas. Ello despierta no poca preocupación en lugares como India, donde la selección del sexo de los hijos está al orden del día y donde es sistemática la eliminación de las mujeres en forma prenatal o preimplantatoria. También es creciente la preocupación de las asociaciones defensoras de personas con discapacidad que ven difundirse una mentalidad eugenésica que busca eliminar a los discapacitados y envía un mensaje negativo a todos los que hoy viven, como si se les dijera: “si estás vivo es porque no tuvimos la ocasión de eliminarte a tiempo”.
Los dilemas de tener tantos embriones: Por otra parte, el aumento del número de embriones concebidos extracorpóreamente no necesariamente se vincula con un mayor número de embarazos. Aún más, ante el notable aumento de partos múltiples que generan las técnicas de fecundación artificial, es usual que la técnica exija la transferencia sólo de uno o dos embriones, mientras que el resto termina congelado a la espera de una ulterior decisión. En el mundo existen fuertes controversias en torno a cuán informado es el consentimiento de los que recurren a estas técnicas y si son conscientes de que estarán concibiendo tantos embriones humanos y son advertidos suficientemente de los dilemas éticos que se les plantearán. Más bien parece que todos concurren buscando un hijo y se encuentran luego con grandes encrucijadas ante el hecho consumado de tener 6 o más embriones congelados luego de una técnica, en el caso que haya resultado en un nacido vivo.
Ello ha acarreado un desbordante y gravísimo aumento de embriones crioconservados, que no sólo terminan siendo abandonados, sino que también son utilizados de forma contraria a toda ética para fines de investigación o incluso industrialización.
Italia es un buen ejemplo de esta tendencia a un aumento notable de los embriones congelados sin que se siga un mayor número de nacimientos. Según datos publicados en julio de 2013, en 2008 había solo 763 embriones congelados sobre un total 84.861 embriones concebidos en ese año. Sin embargo, luego que la Corte Constitucional autorizara la congelación en 2009, el número de embriones crioconservados fue de 18.798 en 2011 sobre un total de 118.049 concebidos en total. Pero no hubo aumentos significativos en cuanto a los nacidos vivos, que fueron 10.212 en 2008 y en 2011 nacieron 11.933. El mayor número de embriones congelados sólo genera mayores dilemas jurídicos y una mayor presión para su utilización con fines de investigación.
La disyuntiva del legislador: De esta forma, el legislador está ante dilemas que exceden en mucho a los casos de infertilidad. Se trata de una disyuntiva ineludible: o acomoda la noción jurídica de persona a intereses previos, como son los biotecnológicos, y de esa forma se vuelve funcional al nuevo poder biopolítico, o bien reconoce que todo ser humano, por el solo hecho de serlo desde el momento de la concepción en la fecundación, es persona. Al hacer este último reconocimiento está asumiendo una postura humanista ante una expansión biotecnológica que pretende convertir a la vida humana en mero recurso biológico disponible. No podemos aceptar pasivos tal avasallamiento de la dignidad humana.