En estos días, hemos conocido la historia de una madre que amó la vida de su beba por nacer más que a su propia vida, una historia que conmueve y nos interpela a reflexionar sobre el valor de la vida por nacer.
Se trata de Bárbara Castro García, una periodista española de 31 años a quien le confirmaron en julio de 2010 que tenía un tumor cancerígeno en la lengua. Embarazada de 4 meses, Bárbara decidió rechazar todo tipo de pruebas y tratamientos que pondrían en riesgo la vida de su beba. La vida de su hija por nacer fue su prioridad.
La pequeña Bárbara – se llama como su madre – ya cumplió un año y se encuentra en perfecto estado de salud. Su madre pudo disfrutar de su beba hasta principios de julio, ya que el 4 de julio la enfermedad terminó por vencerla.
Su marido, Ignacio Cabezas da testimonio de la valentía y amor de su esposa: “Dio su vida por amor hacia su hija, hacia mí y hacia Dios. Voy a honrarla como ella se merece”. Y comparte que ha “sentido una fuerza de fe que no había sentido nunca. Me siento invencible. Ahora Dios me tiene agarrado y no me quiere soltar”.
Esta historia nos recuerda la de la argentina Cecilia Perrín de Buide, a quien le diagnosticaron cáncer de lengua cuando se encontraba en el cuarto mes de gestación, y que falleció en 1985, luego de haber rechazado el “aborto terapéutico” sugerido por sus médicos para salvar su vida, y haber dado a luz a María Agustina en 1984. También es similar a la de Chiara Corbella, una joven romana que falleció a mediados de junio de este año tras haber retrasado un tratamiento contra el cáncer para preservar el embarazo de su hijo, Francisco.
En un tiempo en el que doctrinarios y legisladores discuten si el embrión y la persona por nacer son personas humanas con derechos, entre ellos, el derecho a la vida, se impone el testimonio de aquellas personas que no dudaron de ello.