“La reproducción con participación de terceros corrompe la relación padre-hijo y falta el respeto a la humanidad de las personas concebidas por medio de un donante”.
Nota de redacción: Reproducimos el testimonio de Alana S. Newman, concebida con gametos de donante, publicado el 2 de agosto de 2013 en “Public Discourse: Ethics, Law, and the Common Good”, el periódico online del Witherspoon Institute of Princeton, NJ, con autorización de sus responsables.
¿Cuáles son los derechos de las personas concebidas por medio de un donante? Hacernos esta pregunta es suponer que tenemos derechos distintos a los demás y los tenemos, porque lo hemos permitido.
Hemos creado una clase de personas que son “fabricadas” y las tratamos como menos que plenamente humanas, exigiendo que sean agradecidas por las circunstancias que les hemos dado.
Mientras que aquellos padres de seres humanos concebidos tradicionalmente son perseguidos y obligados a pagar una cuota alimentaria o manutención como un presupuesto mínimo de cuidado, las personas concebidas comercialmente son reprendidas cuando cuestionan los vacíos anónimos que sus padres biológicos tan amablemente dejaron.
Los crímenes contra las personas concebidas con gametos de donante superan el tiempo y el espacio. Los adultos que nos traicionan lo hacen antes de que seamos oficialmente consideradas personas, en lo que es el agujero legal por la cual esta nueva forma de trata se hace posible. ¿Es la venta de gametos diferente de la venta de bebés?
Discutí recientemente la reproducción con participación de terceros y “los derechos de los concebidos por donantes” en un debate en el Instituto para Valores Norteamericanos (Institute for American Values). Mi oponente era un hombre homosexual mayor, que con su pareja contrató a dos madres sustitutas y un donante para la generación de tres hijos. Él estaba allí para sostener que está bien disponer de las madres y los niños fabricados, siempre y cuando se haga de la manera “correcta”. Yo estaba allí como representante de los concebidos por donantes.
Es difícil saber cómo presentarse una misma como una persona concebida por donante durante estas conversaciones. Si mi oponente muestra un comportamiento caballeroso, inteligencia y sensibilidad, su argumento se hace más fuerte y el público tiene dificultades para desentrañar las buenas maneras de los actos inmorales. Pero cuando hablo, mi argumento es que somos dañados y lastimados. Si una persona concebida por un donante como yo muestra encanto e inteligencia, ello puede resultar contrario a nuestros esfuerzos en el sentido de que sugieren que somos capaces de lograr la normalidad; por lo tanto, no hay daño, no hay falta.
¿Debe acaso cada persona concebida por un donante convertirse en un adulto violento, adicto a las drogas, y desquiciado con el fin de convencer al público de que su estructura familiar es, por definición, un problema? Si es así, voy a ilustrar graciosamente escenas de mi desafiante pasado en mi próximo ensayo. Pero por ahora digamos que espero que no, y echemos un vistazo a lo que la historia nos ha enseñado acerca de los derechos humanos. Está claro que a menudo en el caso de personas concebidas por donantes, apenas se aplican los mismos.
¿Es ilegal comprar y vender personas?
Cuando la esclavitud fue abolida, también desapareció la noción no sólo de que uno podía adueñarse de una persona sino además que uno podía separarla de su familia directa. Innumerables ejemplos históricos nos enseñan que los seres humanos desean profundamente estar en conexión con sus parientes biológicos, especialmente sus padres y hermanos. Si reconocemos que es un error desplazar a los seres humanos como si fueran productos, no personas, entonces debemos también ver que un concepto como el de concepción por donación es incorrecto.
¿Alguien recuerda el escándalo de la adopción en Camboya que involucró a Lauren Galindo? Galindo fue la facilitadora en una de las adopciones que hizo Angelina Jolie. Ella es también una criminal convicta quien repetidas veces pagó a madres en estado de vulnerabilidad por sus hijos a cambio de menos que una bolsa de arroz.
Este marzo pasado, una mujer de Oklahoma fue arrestada por tratar de vender a sus dos hijos pequeños por Facebook por 1000 dólares para entonces sacar a su novio de prisión. Un economista sin principios podría mirar estas situaciones y preguntar: ¿cuál es el problema? El comprador quería a los niños, la madre no. ¿No es éste un sistema más eficiente de crianza?
A la mayoría de nosotros se nos parte el corazón cuando presenciamos casos de niños criados por sus padres biológicos incompetentes, desesperados e incluso con algún trastorno. Pero no permitimos que el mercado corrija la oferta y la demanda en estos casos porque creemos que es injusto ponerles un precio a ellos. ¿Por qué deberíamos permitir, entonces, que el mercado tenga su propia voz sobre el futuro de algunos niños sólo porque sus padres pueden dejar de lado sus responsabilidades a través de la donación de esperma y de óvulos?
¿Es ilegal hacer que se embarace una mujer con el propósito de quitarle a su hijo?
Este abril pasado se descubrió que una mujer en el Reino Unido compró esperma para embarazar a su hija adoptiva de catorce años porque quería otro bebé. Quería a ese niño terriblemente. ¿No es acaso suficiente? La vida es buena, ¿no? Los bebés hacen el mundo mejor, ¿cierto? Y sin embargo hay algo profundamente malo con esta forma de crear vida.
También durante esta primavera, diecisiete adolescentes y once bebés fueron rescatados de dos “fábricas de bebés” en Nigeria en donde las niñas eran violadas por traficantes de humanos que luego vendían a cada bebé hasta por 6.400 dólares. La mayoría de las bebés fueron destinadas a convertirse prostitutas infantiles. Pero supongamos que algunas de ellas hubieran terminado en lindos hogares en California con dos padres pudientes y un importante monto para la Universidad. ¿Serían los medios por los cuales fueron concebidas justificados? El sentido común nos dice que no.
Theresa Erickson de San Diego era una de las “favoritas” en la industria de la fertilidad, una abogada especializada en alquiler de vientres y una donante de óvulos en serie que traspasó los límites y fue condenada por tráfico de bebés el año pasado. Erickson pasó de ser un “ángel” que ayudaba a otros a ser una humana despiadada y traficante, por las sutiles distinciones legales que permiten el alquiler si todo el papeleo está completo y los cheques firmados antes de la concepción, pero que penalizan el mismo proceso de venta de bebés si el parentesco se transfiere oficialmente cuando promedia la gestación. ¿Pero qué diferencia hace para el niño?
¿Es ilegal abandonar a un niño, aun si éste fue concebido en una “aventura de una sola noche” y no fue planeado?
Nosotros desalentamos la conducta sexual descuidada no porque seamos anti-diversión sino porque la mayoría de los contribuyentes no quieren pagar por los niños concebidos irresponsablemente por otros. Cuando “Fulanito de tal” bebe mucha cerveza y se encuentra en la cama con “fulanita de tal” y ésta se embaraza, los consideramos a los dos responsables de sus propias elecciones y del niño. De ser necesario, incluso perseguimos y obligamos al padre a pagar una manutención. Es de conocimiento general que los humanos se reproducen sexualmente y es justo esperar que la gente limite sus conductas riesgosas de acuerdo a la cantidad de bocas hambrientas que estén preparados para alimentar.
Todos estos ejemplos deben servir para informar nuestros puntos de vista sobre la reproducción con participación de terceros, especialmente la reproducción con un fin comercial.
Pero me siento mal por las parejas infértiles. ¿Qué hay de malo en ayudar a construir familias?
No tiene nada de malo buscar curas legítimas para la infertilidad y ayudar a la gente a superar los obstáculos para concebir. El problema con la reproducción con participación de un tercero es que corrompe y pervierte la relación padre-hijo. El niño se vuelve un activo que se compra y se vende, en vez de ser un preciado miembro engendrado de la familia que merece intimidad, protección e inclusión. Él entra al mundo como un instrumento de satisfacción personal.
Reconocer que la reproducción con participación de terceros es injusta exige una legislación que bloquee las mismísimas primeras etapas del proceso. Legislamos contra la distribución de uranio, por ejemplo, porque tenemos leyes contra la distribución privada de armas atómicas. Cuando las personas solteras, ancianos, o las parejas homosexuales (situaciones demográficas que son, por definición, no procreacionales) te dicen que no están comprando los niños, sino sólo “tejido”, habría que preguntarles por qué están convirtiendo sus oficinas en nurseries. ¿Un frasco de espermatozoides requiere móviles para cunas y cambiadores de pañales? No, los bebés los requieren.
Ahora mismo, en California, los demócratas encabezados por el asambleísta Tom Ammiano están impulsando el proyecto de ley AB-460. Etiquetada como una medida de lucha contra la discriminación, la ley obligará a las compañías de seguros a pagar por los tratamientos de fertilidad para personas intrínsecamente estériles. Ellos argumentan que es injusto y discriminatorio para las compañías de seguros ayudar únicamente a las parejas heterosexuales (por debajo de una determinada edad) con tratamientos de fertilidad. Si está bien para un tipo de persona que compre espermatozoides u óvulos, según su lógica, entonces debería estar bien para todas las personas hacer lo mismo, independientemente de la edad, estado civil u orientación sexual. Su lógica es justa.
Pero no está bien para nadie comprar y vender esperma u óvulos, porque hacerlo es realmente comprar y vender a una persona. Y las personas no deberían estar a la venta. La paternidad no debería estar a la venta. Todos los niños merecen el amor y el cuidado de las dos personas que los concibieron: su madre y padre biológicos. Están más resguardados dentro del núcleo familiar. Allí ellos pueden desarrollar una sólida y completa identidad.
Historias de casos horribles de abuso en niños que fueron “fabricados” a través de la reproducción con participación de un tercero están ahora apareciendo. Dos hombres australianos contrataron una madre sustituta rusa para que diera a luz a su “hijo” a quien comenzaron a abusar sexualmente apenas días después de nacer y explotaron en una red de pedofilia que las autoridades describieron como “uno de los actos más atroces que jamás hayan visto”. Luego está el caso del abusador israelí que obtuvo la custodia legal de una niña que consiguió mediante el alquiler de vientres.
Paris Jackson intentó suicidarse después de descubrir que ella y su hermano, Prince tienen diferentes padres donantes de esperma en el mismo mes que se supo que Michael Jackson pagó más de $ 35 millones por el silencio de dos docenas de chicos de los cuales abusó.
La industria cierra los ojos y fracasa al visualizar correctamente a los padres volitivos porque hay mucho dinero en juego. Una vez entrevisté a Teri Royal, que poseía lo que alguna vez fue la agencia de donantes más grande del mundo. Le pregunté cuántos clientes rechazó de los miles que atendió. Admitió que rechazó solo a un cliente potencial. Cualquier agencia de adopción dirá que sus estadísticas de rechazo son muchísimo más altas que esa. Pero cuando la concepción se comercializa y los “emprendedores de la industria de la fertilización” pueden ganar más de 100.000 dólares por niño nacido, estas cifras astronómicas los corrompen y deberían ser vistas como un gran conflicto de interés en tanto hacen al interés superior del niño.
En la actualidad, los derechos humanos no se aplican al niño concebido por un donante porque su humanidad ha sido deconstruida y es un producto para satisfacer a los adultos, una cosa para servir a otros y que puede consumirse. No tiene un padre ni una madre como los demás. Solo tiene “donantes” y padres volitivos. Si se queja sobre esta diferencia, el mundo le preguntará de modo amenazante, ¿preferirías no existir?
Tendrá miedo de lo que le harán si contesta sinceramente.
Alana S. Newman es la fundadora de “Anonymous Us Project”. La editorial University of Chicago Press publicará en este mes “Anonymous Us: Volume 1, A story-collective on 3rd Party Reproduction”. Para seguir su trabajo se puede visitar su blog: alananewman.com.
Traducción: Andrea G. Jofré.
Nota: Artículo aparecido originalmente en “Public Discourse: Ethics, Law, and the Common Good” (disponible en http://www.thepublicdiscourse.com/2013/08/10511/) el periódico online del Witherspoon Institute of Princeton, NJ. Se publica con permiso.